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2/6/06

Música, chicas y robots


Últimamente he estado ocupando unas cuantas horas de mi tiempo con un juego que acaba de salir en América como Steambot Chronicles, y que ya estaba disponible en el mercado japonés desde hace un tiempo bajo el nombre de Bumpy Trot (o para ser más exactos, Ponkotsu Roman Daikatsugeki Bumpy Trot).
Es el juego que Tim Rogers eligió como juego del año de insert credit y después de haberlo probado puedo entender porqué (sabiendo como es Tim).

El subtitulo explica la premisa. "A relaxing nonlinear adventure" dice la pantalla de título, y todas las palabras son ciertas.

El juego comienza despertándonos en una playa, con amnesia (recurso muy utilizado, pero efectivo) cuando una chica , Coriander (Connie), nos encuentra. Para salir de la playa encontramos y pilotamos un trotmobile, o "trot" para abreviar, que son robots mecánicos que funcionan a vapor y son completamente modulares. A partir de ahí, comienza una aventura que, me alegra reconocer (esta vez si) que utiliza algunas de mis propias ideas para un juego de aventura. Es bueno saber que hay gente interesada en hacer diseños holísticos y enfocados a la pura experiencia, y no solo a las mecánicas del juego.

Una de las virtudes de Steambot Chronicles es que podemos interpretar a nuestro personaje como nos venga en gana. Por ejemplo, al montarme por primera vez en el trot, Coriander me preguntó si sabía como pilotar uno. Aunque nunca lo había hecho, me chulee diciendo que no había problema, y luego Connie me llamó la atención al leer el manual. Pocas veces no habrá una opción que no se ajuste a la forma en la que reaccionaríamos en una particular escena, aunque a veces es difícil controlar exactamente los resultados de las conversaciones.

Otra parte importante del juego es el manejo del trot. El interfaz es distinto a cuando vas a pie e intenta imitar los controles de un robot del estilo de un trot. Cada mando analógico controla una pierna y los botones L1 y R1 controlan los brazos izquierdo y derecho, respectivamente. El trot también tiene un sistema hidráulico para saltar, un pequeño jet en la espalda para dar impulsos rápidos y un sistema de navgación y objetivos, para los combates.


Los trot son modificables con un enorme número de piezas que se pueden ir comprando a lo largo del juego. Tipos de cabina, tipos de piernas, desde las piernas de pollo o las piernas humanas hasta carros de ruedas, ruedas oruga o piernas de araña, brazos, tanto para labores de combate (lanzallamas, snipers) como para otros propósitos (picos para la minería, brazos manguera para la agricultura o bomberos...).
Las posibilidades son abrumadoras. Por supuesto, tambien puedes cambiar el color y la matrícula, e incluso diseñar la tuya propia con un editor.

Pero los trots no son lo único que se puede personalizar. Tu personaje, llamado Vanilla (un nombre ridículo, pero muchos personajes importantes tienen nombres de alimentos) también puede vestirse con varios accesorios y atuendos (que, por desgracia no son muy variados) o ir a la peluquería a cambiarse el peinado (otra de mis ideas usadas, vaya).
También puedes comprar ropa femenina para regalarle a alguna chica. Si le regalas un vestido o un pintalabios (que hay en varios colores), se lo pondrá, y, si le gusta, estarás un paso más cerca para conquistarla.

El juego ofrece un equilibrio muy logrado entre avanzar en la historia principal o dedicarte a hacer lo que quieras por ahí.
Uno de los aspectos principales del juego es el de tocar instrumentos. Empiezas teniendo una armónica. Fácil de tocar, pero también puedes comprar y aprender a usar multitud de instrumentos. Guitarra, piano, saxo, bajo... al tocar cada uno entras en una especie de minijuego de ritmo, con un interfaz distinto para cada instrumento. Algunos son particularmente ingeniosos, como el de guitarra, que está pensado para que cojas el Dual Shock como si fuera una guitarra y que darle al mando analógico simule el rasgueo de las cuerdas. Es una "kojimez" pero es un buen detalle.
Por supuesto, todos estos instrumentos se pueden tocar en la calle y si impresionas a los peatones quizá te dejen una pequeña propina.

Pero hacer música es una de muchas actividades que puedes realizar. Algunas más importantes que otras. Excavar fósiles para un museo, hacer de reportero, cocinar, hacer de taxista, de mercader entre las distintas ciudades, o combatir en la arena de trots son algunas de las cosas que puedes hacer para conseguir algo de dinero y comprar más ropas, comida (debes hacer tres comidas sanas al día o te encontrarás mal) instrumentos o partes para el trot.


Uno de los detalles que más me gustan es que la gente te ofrece las quests a veces. Algo que echaba de menos por ejemplo en Morrowind. Podías ser un mercenario de renombre pero siempre tenías que ir tu a buscar los trabajos que cada maestro de gremio tenía reservados para ti. En Steambot Chronicles, por una vez la reputación sirve para algo más que para cambiar la forma en la que te saluda la gente.

Todo está integrado de forma dinámica en general, y el estado de algunas quests puede aprovecharse en otras. Por ejemplo, una de las cosas que puedes hacer es comprar acciones de diferentes empresas, entre ellas un cine que tras un incendio perdió todos sus rollos de película, y por consiguiente, sus acciones están por los suelos. Si las compras, y luego ayudas al cine a recuperar sus películas y salir adelante, luego puedes vender las acciones por un beneficio considerable.

La trama en si no es nada del otro mundo, pero es mejor que muchos otros juegos por virtud del árbol de decisiones. El hecho de que puedas influir en las consecuencias de las escenas es un gran punto a favor. El ritmo de progreso está también muy logrado. Quizá no se llegue a la sensación de aventura de, por ejemplo, las primeras horas de Dragon Quest VIII, sino que es más relajada, pero siempre tienes algo que hacer y no es posible quedarse atascado si tienes un poco de cuidado en los combates.

A pesar de esto, el juego tiene algunos puntos negros, a saber, el motor gráfico no está muy bien optimizado y a veces los fotogramas caen por los suelos. La música es un tanto repetitiva y poco notable, cosas rara en un juego que tiene la música como una de sus premisas principales. Las animaciones de los personajes son un poco simples, también, aunque te acabas acostumbrando.
En general, estos pequeños fallos no son suficientes para perjudicar la experiencia de este gran juego que recomiendo encarecidamente.